La semana que pasé en el MIT asistiendo a un Curso sobre nuevos materiales ha sido sin duda la más enriquecedora de toda mi vida y que, por otra parte, me ha hecho darme cuenta del error que cometí cuando acabé mi Tesis Doctoral de no aceptar la propuesta que me hicieron para continuar allí mis estudios de post-doctorado.
Allí se «mascaba» la ciencia a pesar de que los laboratorios estaban tan desordenados y descuidados como los que se pueden encontrar en cualquier laboratorio de una universidad española. Ahora, por ejemplo, un grupo de investigadores están trabajando en el desarrollo de un nuevo tipo de batería recargable que además purifican el ambiente.
Según publican aquí la nueva batería está formada por finas capas de un material con alta afinidad por el CO2 (incluso a las bajas concentraciones existentes en el aire). Sin embargo cuando la batería se descarga es capaz de desorber el 100% del CO2 y todo ello trabajando en condiciones de temperatura y presión atmosférica.
Sus creadores estiman que el producto se podría comercializar en rollos (como el papel) y a un coste reducido, muy inferior al de los procesos similares que existen para extraer el dióxido de carbono del ambiente.

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