La computación cuántica es otra de esas tecnologías habilitadoras en las que muchas confían… demasiado a mi gusto. Quizás algún día veamos alguna aplicación real pero por ahora me parece bastante de ciencia ficción.
Otros sin embargo opinan que en poco tiempo, la computación cuántica ha dado un importante salto: desde los laboratorios de I+D hasta las salas de reuniones de grandes empresas. En el caso de algún banco español, su viaje en torno a esta disciplina comenzó hace casi dos años y ya cuenta con un equipo especializado en su desarrollo, áreas de negocio involucradas, acuerdos estratégicos y varias líneas de investigación abiertas. Incluso en empresas como la mia no perdemos de vista dicha tecnología por cuanto podria marcar un giro completo en cuanto a temas de ciberseguridad.
Por ejemplo, el internet cuántico permitiría comunicar mensajes sensibles de forma ultrasegura. Una técnica para lograrlo consistiría en cifrar un par de claves digitales, una tecnología conocida como distribución de claves cuánticas (QKD, por sus siglas en inglés). Si dos personas tienen estas claves, pueden comunicarse sin temer a los espías, porque cualquier intento de espiar el contenido cambiaría el estado de las claves y se descubriría.
Sin embargo los sistemas cuánticos son sensibles a la más mínima perturbación: un cambio de temperatura o un ligero movimiento podrían destruirlo todo.
En un artículo publicado recientemente en Nature, un grupo de investigadores chinos describen un experimento en el que demuestran el entrelazamiento a través de más de 50 kilómetros de fibra enrollada en un laboratorio y con menos errores de transmisión que en los intentos anteriores.
El truco consiste en encontrar formas eficientes de entrelazar dos partículas. El equipo utilizó un átomo, que permaneció en su lugar, y un fotón, que fue enviado por la fibra. Descubrieron que podían crear un par de nodos entrelazados de manera mucho más fiable de lo que habían conseguido los experimentos anteriores, incluido ese punto de referencia en kilómetros, superado en cinco órdenes de magnitud.
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