La verdad es que como antiguo trabajador de una petrolera me hubiera gustado seguir allí intentando ayudar a salir airosos del reto que tienen por delante. Como accionista me preocupa que más temprano que tarde se siga penalizando los motores de combustión y el refino lo tenga cada vez más complicado.
Tampoco a la química (o a gran parte de la misma) le espera un futuro muy alagueño ya que los plásticos cada vez están más perseguidos ya que tan solo entre el 20 al 30% va a plantas de reciclaje. El resto se lleva a incineradores o a basureros, donde el material rico en carbono tarda siglos en descomponerse.
De ahí el interés de propuestas como <a href=»https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/31011169″ target=_blank>ésta</A> del <a href=»https://es.wikipedia.org/wiki/Laboratorio_Nacional_Lawrence_Berkeley» target=_blank>Berkeley Lab</a> dependiente del Departamento de Energía de los Estados Unidos. Han diseñado un plástico que, al igual que las piezas de Lego, puede ser desarmado hasta llegar a sus componentes moleculares y luego volver a armarse produciendo objetos con diversas texturas, formas y colores sin la más mínima pérdida de calidad o propiedades. El nuevo material se llama poli dicetoamina, o PDK (por sus siglas en Inglés).
Todos los plásticos, desde las botellas de agua a partes de automóviles, están hechos de moléculas grandes, los polímeros, que son cadenas de unidades cortas y repetidas de compuestos que contienen carbono, los monómeros.
De acuerdo con los investigadores, el problema con los plásticos es que los químicos añadidos para volverlos de utilidad, como los que los hacen duros o flexibles, se unen de manera muy fuerte a los monómeros y ahí se mantienen así los plásticos se procesen en una planta recicladora.
Durante el proceso en esas plantas, los plásticos con diferentes composiciones químicas, los duros, elásticos, transparentes o coloreados, se mezclan y se trituran hasta volverlos pedacitos (granza). Cuando ese revuelto de plásticos triturados se derrite (al pasar por un extruso, por ejemplo) para hacer un material nuevo, es difícil predecir cuáles de sus propiedades originales conservará.
Las propiedades impredecibles del resultado no ha permitido lo que sería el gran logro del reciclaje soñado: crear un material “circular”, cuyos monómeros originales puedan ser recuperados para ser reusados tanto como sea posible o para darles un nuevo uso como componentes de un producto de alta calidad.
Los monómeros de PKD pueden ser recuperados y liberados de cualquier componente que se le haya adicionado, con solo sumergir el material en una solución con alta acidez. El ácido ayuda a romper las uniones entre los monómeros y permite separarlos de los aditivos.
Después de probar muchas posibilidades y fórmulas, los investigadores demostraron que no solo el ácido rompe los polímeros PDK en monómeros sino que durante el proceso se separa a los monómeros de los aditivos que pudiera llevar.
Luego ellos probaron que los monómeros PDK liberados podían volver a reensamblarse como polímeros, y que esos polímeros podrían formar nuevos materiales plásticos sin que guarden nexo alguno con el material original. Así, esa correa del reloj que tiras a la basura se podría convertir en el teclado de un ordenador, claro, si se hizo con plástico PDK. También podrán cambiarle las propiedades a nuevos plásticos, volviéndolos más flexibles, por ejemplo.
Los investigadores creen que su nuevo plástico reciclable será una alternativa muy buena a todos esos plásticos que no se pueden reciclar y que ahora inundan al mundo.
Incluso planean dar un paso adelante y desarrollar plásticos PDK con un rango amplio de propiedades mecánicas y térmicas para aplicaciones tan diversas como textiles, impresión 3D y espumas. Además, están buscando ampliar sus fuentes de recursos, incorporando materiales de origen vegetal y de otras formas sostenibles.
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