Aunque probablemente poca gente lo recuerde en el pasado verano saltó la noticia de la llegada al sur de España de una enfermedad por el virus Zika trasnmitido por el famoso mosquito tigre. A pesar de que dicho virus se conoce desde los años 50 todavía no se dispone de vacuna ni se la espera hasta el año 2025, al menos
Aunque la mortalidad está muy lejos de la del COVID-19 desde hace tiempo se viene trabajando en sistemas para la detección temprana de contagiados. Por ejemplo, la escuela de Ingeniería de la Universidad de Utah comenzó a desarrollar un sensor para la Fundación Nacional estadounidense de Ciencia (NSF) hace un año con la finalidad de detectar la infección por el virus de Zika.
Ahora está adaptando la misma tecnología para que sirva con COVID-19 necesitándose tan solo una gota de saliva pudiendo producir resultados fiables en aproximadamente un minuto.
El sensor usaría aptámeros que se unirían a las proteínas de la molécula del coronavirus SARS-CoV-2 (culpable del COVID-19), si tales virus están presentes.
En caso de estar presente el virus, las cadenas de ADN del sensor se unirían a las proteínas del virus y se mediría una resistencia eléctrica sutil pero delatadora en el dispositivo, lo que indicaría un resultado positivo.
El sensor está diseñado para ser reutilizable porque puede destruir la muestra anterior en él produciendo una pequeña corriente eléctrica que calienta al virus hasta eliminarlo por completo.
Teniendo en cuenta que el equipo investigador ya desarrolló la tecnología (y un prototipo) para detectar el virus de Zika, podría tener un prototipo del nuevo sensor de COVID-19 para ensayos clínicos en un plazo que estiman entre dos y tres meses.
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