No se si a vosotros os pasa lo mismo que a mí y hasta me empieza a dar miedo que hasta en el periódico AS dediquen una noticia a hablar de que el «Reino Unido puede autorizar esta semana la vacuna de Pfizer». Y eso por no hablar de la soltura que vamos adquiriendo a nivel de calle cuando hablamos sobre epidemiología, cribado, serología, anticuerpos o inmunidad…
Dentro de poco empezaremos a dominar también el mundo criogénico y nos interesará conocer que el futuro de la humanidad está en manos de empresas como UPS y FedEx en las que va a recaer el almacenamiento y distribución de las vacunas basadas en el RNA mensajero como la de Pfizer y la de Moderna y que tienen que mantenerse a muy baja temperatura.
Si mantener -70C nos parece complicado más aún lo es conseguir que un ordenador funcione casi en el cero absoluto (o sea -273ºC) que es lo que necesitan los cuánticos para funcionar.
De ahí el interés del termómetro que han desarrollado en el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) norteamericano que mide temperaturas por debajo de 1 Kelvin (menos 272,15 grados C), hasta 50 miliKelvin (mK) y potencialmente 5 mK.
Los investigadores del NIST describen el diseño y el funcionamiento en un nuevo artículo de la revista Applied Physics Letters.
Con un tamaño de solo 2,5 por 1,15 milímetros, el nuevo termómetro puede ser incrustado o pegado a otro dispositivo de microondas criogénico para medir su temperatura cuando se monta en un chip.
El termómetro consiste en un resonador superconductor de niobio recubierto con dióxido de silicio.
El revestimiento interactúa con el resonador para cambiar la frecuencia a la que vibra de forma natural.
Los científicos sospechan que esto se debe a la «tunelización» de los átomos entre dos sitios, un efecto mecánico cuántico.
El termómetro de NIST se basa en una nueva aplicación del principio de que la frecuencia natural del resonador depende de la temperatura.
El termómetro mapea los cambios de frecuencia, según lo medido por su electrónica, a una temperatura.
Por otra parte el termómetro del NIST mide la temperatura en unos 5 milisegundos (milésimas de segundo), mucho más rápido que la mayoría de los termómetros resistivos convencionales, que operan en una décima de segundo.
Los termómetros del NIST también son fáciles de fabricar en un solo paso del proceso pudiéndose ser producidos en masa, con más de 1.200 en una oblea de silicio aproximadamente 75 milímetros.
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Afortunadamente esta misma mañana se ha heco público que la vacuna de Oxford tendría una tasa de efectividad entre el 60 y el 90% … o sea inferior al de las dos presentadas anteriormente pero con la gran ventaja de que no necesita de temperaturas tan bajas. Por ello puede que acabe siendo la solución para vacunar al medio mundo que vive en zonas «pobres» y a donde no es fácil hacer llegar productos «ultracongelados» como son las vacunas de Pfizer y Moderna.
Ahora Pfizer acaba de hacer público que está empezando a probar una versión «liofilizada» de su vacuna en polvo que no necesitaría temperaturas tan bajas para mantener su actividad. Tocaremos madera 😉
A los datascientist o no interesados en el tema del COVID 19, en AWS acaban de hacer público un data lake con un montón de datos que harán las delicias de más de uno.