Aunque inicialmente las impresoras 3D eran únicamente para trabajar con materiales plásticos que fundían a baja temperatura después han mejorado y ya son capaces de utilizarse para aplicaciones serias con materiales mucho más duros.

Por ejemplo, la nueva impresora 3D llamada Prism desarrollada y fabricada por investigadores de la Universidad Politécnica de San Petersburgo en Rusia además de titanio puede imprimir productos de acero, aluminio, magnesio y aleaciones de níquel.

La tinta se presenta bajo la forma de un alambre, ya que así se garantiza la alta productividad del proceso.

La deposición capa por capa se realiza en la impresora 3D, en la que el cable se funde debido a la acción de un arco eléctrico.

La impresora es capaz de usar dos cables de tinta simultáneamente para aumentar la productividad y sintetizar nuevas estructuras de aleación o gradiente a partir de dos cables diferentes.

En cuanto a velocidad, mientras que otras impresoras parecidas de Alemania y España están limitadas a velocidades de alimentación de alambre del orden de los 6 metros por minuto, la impresora desarrollada en Rusia imprime a una velocidad de alimentación de 12 metros por minuto.

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