Si bien la experimentación con animales vivos tiene sus orígenes en la Grecia antigua poco a poco los paises civilizados van restringiendo su uso y, por ejemplo, ya desde el 2013 en Europa no se puede comercializar producto cosmético alguno en el que se haya experimentado con animales.
De ahí el interés de investigaciones como la que han hecho científicos israelíes desarrollando un medicamento contra el cáncer sin probarlo en animales mediante el uso de un chip que simula el cuerpo humano.
Según cuentan su chip contiene tejido humano con sensores microscópicos para monitorizar con precisión la respuesta del cuerpo humano (riñón, hígado y corazón) a tratamientos con medicamentos específicos.
Tienen tanta confianza en su investigación, que combinó dos medicamentos existentes para resolver un problema de exceso de grasa en el hígado que experimentan algunos pacientes con cáncer, que están presentando la combinación para una patente, para ensayos clínicos y para la aprobación de US Food and Drug Administration, todo ello sin hacer las pruebas normales con animales.
Dado que los chips tienen el potencial de imitar el cuerpo humano con mucha más precisión que los animales, la tecnología podría aumentar la precisión del desarrollo de fármacos reduciendo a 8-10 meses el desarrollo de un fármaco que habitualmente necesita de cuatro a seis años, cientos de animales y cuesta millones de dólares.
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