El tereftalato de polietileno, polietilenotetereftalato, politereftalato de etileto… o simplemente PET (por sus siglas en inglés) es el tipo de plástico más usado para envasar las bebidas que puedes encontrar en el supermercado.
Sus características lo hacen perfecto para ese tipo de usos: es transparente, fuerte, difícil de romper, ligero, barato y reciclable. Es por eso que, desde los años 90, muchísimas marcas de restauración y alimentación optan por este tipo de plástico para sus envases.
Sin embargo es un producto difícil de reciclar aunque gracias a la bacteria Escherichia Coli común, como no, un equipo de la Universidad de Edimburgo logró transformar muestras de este plástico en saborizante de vainilla.
Aunque es posible reciclar el PET, en la práctica no ha sido una alternativa que se haya utilizado muy a menudo, pues su reutilización se limita por lo general a la creación de más subproductos plásticos.
La generación de vainilina a partir de plástico debería contribuir, por lo menos en parte, a resolver el problema global en torno a la contaminación y de paso, generar una nueva cadena de trabajo en torno a este polémico material.
De momento, la idea sigue sometida a análisis científico, para confirmar si realmente es posible desarrollar un proceso industrial adaptado a esta dinámica y lo más importante, verificar si la vainilina que producen es realmente segura para el consumo humano.
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