Todavía me acuerdo del par de sauces llorones que tan buena sombra nos daban en el pueblo manchego cuando los crios eran todavía pequeños. Desgraciadamente los frondosos árboles se murieron al igual que otros de la zona y tan solo nos quedó un triste y solitario álamo blanco que también nos abandonó hace un par de años después de haber aguantado un incendio y todo.
Lo que no sabía, hasta ahora, es que los sauces se utilizaron, hace años, en proyectos de investigación en Asturias para la depuración de las aguas residuales.
Ahora, un equipo canadiense-británico están experimentando con una plantación en Quebec el tratamiento de más de 30 millones de litros de aguas residuales primarias por hectárea al año mediante una «biorrefinería«.
Los sauces son naturalmente tolerantes a la contaminación y sus raíces filtran el alto contenido de nitrógeno de las aguas residuales, triplicando de hecho la biomasa producida, que puede cosecharse para obtener biocombustibles lignocelulósicos renovables, una alternativa a los combustibles fósiles.
Esta biomasa puede recogerse para fabricar biocombustibles lignocelulósicos renovables. Alternativa a los combustibles fósiles, estos llamados biocombustibles de segunda generación no compiten directamente por las materias primas en la cadena alimentaria
Al analizar el impacto que el tratamiento de las aguas residuales por parte de los sauces tendría en los rendimientos anuales de biocombustible lignocelulósico y de productos químicos «verdes», los investigadores habían esperado repercusiones negativas por regar su plantación experimental con aguas residuales.
Sin embargo, se sorprendieron cuando los rendimientos aumentaron tanto.
«Una de las ventajas de utilizar soluciones naturales para hacer frente a problemas medioambientales como el tratamiento de las aguas residuales es que podemos generar bioproductos complementarios, como bioenergía renovable y química verde», explica Frédéric Pitre, autor principal del estudio en la Universidad de Montreal.
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