Debo reconocer que a pesar de haberme cruzado por los pasillos del CTR durante varios años con Juan Antonio Pérez Mercader no se me ha pegado nada de la ciencia que mana por cada poro de su piel.
Tampoco llegué nunca a ver las ecuaciones diferenciales de la vida en las que estaba trabajando para la petrolera aunque ahora al menos, tras bastantes años de investigación y bastantes millones de euros invertidos en el proyecto, se empiezan a ver los resultados de sus estudios en «computación química nativa«.
Una sola molécula contiene una gran cantidad de información. Incluye no solo el número de cada tipo de átomo constituyente, sino también cómo están organizados y cómo se adhieren entre sí. Y durante las reacciones químicas, esa información determina el resultado y se transforma. Las moléculas chocan, se rompen, se vuelven a ensamblar y se reconstruyen de manera predecible.
Según su razonamiento «Cuando las moléculas reaccionan, siguen los mismos pasos que describen la computación: Entrada, transformación, salida.. Es una computación que controla cuándo se producen ciertos acontecimientos», dice Pérez-Mercader, pero a escala nanométrica, o más corta«.
Para él una reacción química es una especie de cálculo . Un dispositivo informático es uno que toma información como su entrada, luego transforma mecánicamente esa información y produce una salida con un propósito funcional. La entrada y la salida pueden ser casi cualquier cosa: números, letras, objetos, imágenes, símbolos, etc.
Las moléculas pueden ser pequeñas, pero su potencial como herramientas de computación es enorme. «Se trata de una herramienta de computación muy poderosa que hay que aprovechar», afirma, señalando que un solo mol de una sustancia tiene 10^23 procesadores químicos elementales capaces de calcular.
«Si tenemos un poder tan grande, ¿qué tipo de problemas podemos abordar?», Pregunta. No son los mismos que podrían resolverse mejor con una supercomputadora, dice. «Entonces, ¿para qué sirven?? »
Tiene algunas ideas. Las reacciones químicas, dice, son muy buenas para construir cosas. Entonces, en 2017, su grupo «programó» reacciones químicas para usar un montón de moléculas para ensamblar un recipiente. El experimento demostró que estas moléculas, en un sentido, podrían reconocer información y transformarla de una manera específica, análoga a la computación.
Sus hallazgos, dice Pérez-Mercader, sugieren que si las reacciones químicas se pueden «programar» como otros tipos de máquinas informáticas,podrían explotarse para aplicaciones en muchas áreas, incluida la administración inteligente de fármacos, redes neuronales o incluso células artificiales.
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