En la Universidad australiana de Nueva Gales del Sur (UNSW) han hecho un descubrimiento que podría revolucionar el desarrollo de la computación cuántica.

Hasta ahora los ordenadores cuánticos utilizaban largos cables que generan campos magnéticos de microondas para controlar la orientación de los cúbits. Pero esos cables también generan calor que interfiere con el estado de los cúbits.

Para que eso no suceda, pasan por varias fases que absorben el calor paso a paso hasta llegar al final de este «candelabro mágico», donde se encuentra el chip con los cúbits a una temperatura de -270 grados centígrados.

Cuantos más cúbits se quieran controlar, más cables se necesitan y más calor se genera hasta que llega un punto de complejidad que lo hace imposible.

La solución de los científicos de la UNSW no utiliza los métodos de estas computadoras cuánticas eliminándose la necesidad de estos numerosos y largos cables y, con ello, la necesidad de enfriar el equipo a esa temperatura.

Para hacerlo usan una pieza llamada resonador dieléctrico, un prisma de cristal situado directamente sobre el chip de silicio que contiene los cúbits. Este cristal es capaz de enfocar campos magnéticos de microondas a la escala necesaria para controlar la orientación de hasta cuatro millones de cúbits. Y todo esto lo realiza con muy poca energía,

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Los investigadores afirman que las dos grandes innovaciones de este sistema son, primero, que no tienen que usar mucha energía para obtener un campo fuerte para controlar a los cúbits y eso reduce drásticamente la cantidad de calor generado. El segundo es que el cristal distribuye el campo de forma uniforme por todo el chip, y así pueden ejercer el mismo nivel de control sobre millones de cúbits.

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