Pocos saben que el primer experimento serio y riguroso que se hizo en el mundo sobre «siembra de nubes» tuvo lugar en España, concretamente en la provincia de Valladolid. Aquel proyecto, auspiciado por la OMM, recibió el nombre de PIP (Proyecto para la Intensificación de la Precipitación) y contó con la participación de un nutrido grupo de investigadores y una flota de avionetas y helicópteros, con base de operaciones en un hangar de la base aérea de Villanubla (reconvertida en aeropuerto).
A lo largo de un par de campañas –llevadas a cabo en 1979 y 1980– se realizaron numerosas siembras en la zona y, tras analizar los resultados obtenidos, se concluyó que no eran satisfactorios. La principal conclusión del proyecto PIP fue que “no se puede asegurar que desde el punto de vista coste-beneficio merezca la pena explotar dichas técnicas”. A pesar de haber transcurrido más de cuarenta años, la afirmación sigue teniendo vigencia en la actualidad… aunque en Emiratos o en China no opinan lo mismo
El pasado 1 de julio de 2021, el Partido Comunista de China cumplía 100 años y, como parte de la celebración, el gobierno preparaba una enorme ceremonia en Tiananmen.
Lo que la mayor parte del mundo no sabía es que, como parte de esa «preparación«, las autoridades chinas pusieron en marcha un ambicioso plan de «siembra de nubes» las horas previas para garantizarse cielos despejados y con baja contaminación.
Conforme se acercaba el primero de julio la contaminación atmosférica fue en aumento y eso, en mitad de uno de los veranos más fríos y húmedos de la historia reciente, podía acabar por dar al traste con las ceremonias conmemorativas.
Así que, aunque las fábricas de la región habían parado en los días previos, se inició una operación de «siembra de nubes» el día previo al evento.
Recogiendo testimonios de los habitantes de las regiones montañosas que circundan la región y analizando la composición del aire, los investigadores han llegado a la conclusión de que durante el 30 de junio se lanzaron cohetes cargados de yoduro de plata para estimular la lluvia.
Esto habría reducido los contaminantes atmosféricos en más de dos tercios y habría mejorado significativamente la calidad del aire.
A juicio del equipo de investigadores, de hecho, esa intervención fue el único evento que permite explicar la mejora súbita de los indicadores de calidad del aire. De confirmarse, probablemente sería la primera modificación meteorológica a gran escala de la que tenemos constancia.
El Gobierno chino lleva miles de millones de dólares gastados en tecnologías de este tipo y si durante años se ha hablado de sus esfuerzos para garantizar un buen clima en las regiones agrícolas o para facilitar el desarrollo de las Olimpiadas de 2008, ya hace tiempo que oficialmente ha dicho que aspira a controlar cuándo y cómo llueve en más de la mitad del país.
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