Siempre me acordaré de los problemas de Física en los que nos tocaba calcular la trayectoria de una mosca que se movía por el quicio de une puerta que se cerraba a velocidad constante. Lo que nos sabía entonces era la relación tan directa que hay entre dicho insecto y el cálculo vectorial.
Lo cierto es que investigadores del Instituto Médico Howard Hughes de Estados Unidos han descubierto cómo las moscas de la fruta son capaces de orientarse y navegar en distintas direcciones empleando las matemáticas. Pueden resolver cálculos con datos que obtienen mediante sus sentidos y, además, aplicar geometría para lograr la precisión necesaria al mover sus cuerpos y desplazarse.
Según una nota de prensa, aunque los científicos ya habían identificado la “brújula” en el cerebro de la mosca de la fruta que les permite orientarse, no sabían qué mecanismos ponían en marcha para activarla y usarla eficazmente.
El centro de orientación cerebral de estos insectos consiste en un conjunto de neuronas dispuestas en una estructura en forma de “rosquilla”, que efectúa un seguimiento de la dirección en la que se encuentra la mosca. Ahora, en dos estudios publicados en la revista Nature, los científicos han precisado el grado de complejidad que alcanza el mecanismo de orientación y navegación de las moscas.
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