Si durante los años 2020 y 2021 la cuestión sanitaria copó informativos, titulares de prensa y por lo tanto la atención de un público que durante no pocos meses se vió encerrado a cal y canto en sus propias viviendas, el año 2022 ha dejado paso a la preocupación por el estado de la economía, la cual salió debilitada de la pandemia, crisis médica que también ayudó a crear las condiciones para que la inflación experimentase el espectacular crecimiento de los últimos meses.
Ambos acontecimientos, y sus consecuencias e intentos de contención, también tuvieron su impacto en el mercado de las criptomonedas, en algunos casos aparentemente para impulsar los precios al alza y en otros para hacerlos caer hasta unos niveles que sirvieron para que los detractores de estos activos vuelvan a hablar de burbuja financiera en pleno pinchazo, aunque por supuesto no todos los analistas opinan que esta caída vaya a ser el final de las criptomonedas.
Las razones de la subida… y de la caída
Con los precios actuales de las principales criptomonedas, muy disminuidos comparados con los alcanzados en su último máximo histórico, estos activos parecen haber perdido la confianza de no pocos inversores, y sin embargo, aquellos que se dediquen a invertir utilizando el precio de bitcoin, cardano, solana o el de cualquiera de la miríada de criptomonedas que pueblan este joven ecosistema, saben que no hace demasiado, concretamente a principios de la primavera o finales del invierno del 2020, el precio de bitcoin, que ahora cotiza por encima de los 22.000 dólares y llegó a valer más de 67.000, costaba menos de 6.000 dólares, y ethereum, que ahora cuesta poco más de 1.700 dólares, y en su máximo histórico no quedó muy lejos de los 4.700 dólares, pudo comprarse incluso por menos de 100 dólares, un precio por el cual en la actualidad no podría comprarse más que la tercera parte de una binance coin, siendo esta volatilidad testimonio y prueba suficiente del alto de riesgo de invertir de cualquier forma en criptomonedas, a pesar de que parecen haberse vuelto cada vez más populares.
Y es que el precio de las criptomonedas responde a los mismos estímulos que afectan a muchos otros activos financieros, aunque al tener una capitalización tan relativamente pequeña, son más susceptibles a las compraventas de actores grandes, que operando con sus carteras podrían en teoría llegar a provocar subidas y bajadas en la cotización al menos por un espacio de tiempo corto pero suficiente para asustar o entusiasmar a pequeños inversores.
Otro de los motivos principales que algunos analistas utilizaron para explicar la subida de la cotización es uno de los factores que tanto ha influido en impulsar la inflación, y es el espectacular crecimiento de la masa monetaria de dos de las divisas que en el mercado del forex más se habían caracterizado por regirse con una cierta ortodoxia, el euro y el dólar estadounidense, los cuales se han impreso con gran alegría durante los meses posteriores al comienzo de los confinamientos con el fin de inyectar dinero en una economía que había sido parada en seco. Una parte relevante de esa nueva liquidez parece que terminó en distintas inversiones, impulsando el precio de índices como el Nasdaq 100, el S&P 500 o algunas criptomonedas, activos que han caído una vez se han empezado a liquidar posiciones debido al gran aumento de la inflación y de la creciente incertidumbre en torno al futuro de la economía, sobre todo una vez llegue el otoño en el hemisferio norte, cuando la crisis energética podría hacer necesarios racionamientos forzosos.
En cuanto a las predicciones para el futuro de la cotización de las criptomonedas en lo que queda de año los analistas no se ponen de acuerdo; por una parte algunos opinan que este año y puede que el siguiente sean una transición entre el anterior halving de bitcoin y su posterior máximo hasta el próximo halving, que se producirá en el 2024, otros ya ven signos de recuperación y finalmente hay quienes advierten del riesgo de seguir manteniendo posiciones en las mismas, ya que opinan que estamos viviendo el canto de cisne de un activo respaldado por la nada.
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