Es bien sabido que WeChat (en chino, 微信; pinyin, Wēixìn; literalmente, «micro-mensaje») es una aplicación multipropósito china que ofrece servicios de mensajería y llamada gratis, redes sociales, un sistema de pago online, entre otros servicios.
La aplicación fue lanzada al público en 2011, y para 2018 se había convertido en una de las aplicaciones para móviles más populares de China (y en el mundo) con más de mil millones de usuarios activos al mes.
A WeChat se le ha descrito como una «super app» debido a la gran cantidad de funciones que ofrece. Su popularidad entre la población china ha causado que el gobierno chino la utilice como medio de vigilancia y espionaje sobre sus ciudadanos. De ahí la desconfianza que tenga la gente para participar en el nuevo «invento» de pago con la palma de la mano que llevan probando durante estos dos últimos años.
La propuesta del pago con reconocimiento palmar parece simple: así no es necesario llevar una cartera, una tarjeta de crédito, ni siquiera un teléfono móvil para comprar en una tienda. Pero hay muchos desafíos prácticos y éticos relacionados con esa promesa.
La idea de que el reconocimiento biométrico brinda comodidad a los consumidores es un «engaño de eficiencia». Reemplazar los cajeros tradicionales con autopagos con reconocimiento biométrico, como hizo Amazon, solo crea más trabajo a los compradores. El beneficio no va dirigido a la comodidad de los clientes, sino para la comodidad de la tienda que quiere despedir empleados y tener aún más seguimiento de nuestras decisiones.
No obstante, la mayor barrera para la adopción puede ser la preocupación por la invasión de la privacidad y la seguridad de los datos, que viene con cualquier uso de la biometría. Las personas de todo el mundo, incluso en China, se han vuelto cada vez más conscientes de los riesgos de dar sus datos biométricos a empresas y gobiernos, independientemente de las ventajas que se prometan a cambio.
En cuanto la seguridad, los investigadores y las empresas que trabajan en el reconocimiento palmar afirman que es relativamente más seguro que el reconocimiento facial en algunos aspectos: las palmas tienen más detalles para diferenciar a una persona de otra, lo que evita la identificación errónea; es más difícil escanear la palma de la mano de una persona, generalmente cerrada, sin su consentimiento; y en el caso de una violación de datos, es más complicado hacer coincidir los datos de la palma de la mano con la identidad de una persona, a diferencia de una cara, reconocible al instante.
A pesar de que la falta de datos de entrenamiento ha frenado el desarrollo de esta tecnología, ahora está casi lista para su aplicación comercial masiva, según afirman varios investigadores involucrados.
A finales de 2021, los medios chinos informaron por primera vez que Tencent (propietaria de WeChat) estaba explorando un sistema de pago basado en escanear las huellas palmares de los usuarios. En esos momentos, la empresa respondió que solo era un proyecto de investigación interno y no había ningún plan para aplicar la tecnología en entornos de la vida real.
Eso cambió un año después, ya que Tencent ha estado probando dispositivos de reconocimiento de huellas palmares durante meses en Shenzhen, la ciudad donde la empresa tiene su sede, y Guangzhou, otra megaciudad a 105 kilómetros. Para fomentar la participación en el proyecto y conseguir con ello ejemplos suficientes para poner a punto el sistema, en la mayoría de los casos, WeChat ofrece un pequeño descuento, a menudo menos de 10 RMB (1,32 euros), para que los clientes prueben la nueva función y suban sus datos de huellas palmares.
Los gobiernos también están entrando en este espacio. El 28 de octubre, la ciudad de Shenzhen inauguró una nueva línea de metro que permite a ciertos grupos demográficos (veteranos, personas mayores o con discapacidades, entre otros) registrar la información de las venas palmares para entrar gratis en la estación de metro. (La misma línea también permite que cualquier persona pague la tarifa del metro a través del reconocimiento facial).
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