Este verano, el Mediterráneo se ha convertido en un hervidero de incendios. Desde Grecia hasta Sicilia y la región de Cabilia en Argelia, los incendios han devastado miles de hectáreas de bosques, a veces con trágicas consecuencias humanas. Según Mercedes Guijarro, investigadora en el Instituto de Ciencias Forestales (INIA-CSIC), si consideramos las actuales previsiones climáticas, «el período de riesgo de incendio será cada vez mayor y los incendios más intensos, afectando a mayor superficie».
La amenaza creciente de los grandes incendios forestales
Los datos son preocupantes. El 39% del total del área afectada por incendios en la Unión Europea en 2022 correspondió a España, con la quema de 310.000 hectáreas. De forma alarmante, en el noroeste peninsular la concentración de grandes incendios forestales (GIF), aquellos que superan las 500 hectáreas quemadas, ascendió a un 45% en 2022. Estos fuegos, exacerbados por el abandono rural, la deforestación y el aumento de las temperaturas, representan una grave amenaza para la península ibérica.
Los megaincendios y los incendios de sexta generación
En este contexto, cada vez se escuchan más términos como «megaincendios» e «incendios de sexta generación». Según la científica Cristina Santín, del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (IMIB), los megaincendios son «fuegos tan grandes e intensos que, por muchos medios que se pongan a disposición, se encuentran fuera de la capacidad de supresión». Los incendios de sexta generación, por su parte, «liberan tanta energía a la atmósfera que todo se desestabiliza a su alrededor y generan tormentas eléctricas, lo que provoca más llamas».
La inevitable convivencia con los incendios
A pesar de la gravedad de la situación, los expertos coinciden en que los incendios no pueden eliminarse por completo. Según Guijarro, «Tenemos que aprender a convivir con esta realidad, apostando por una gestión y unos comportamientos que permitan que los incendios, siendo inevitables, sean sostenibles social, económica y ecológicamente». Por su parte, Santín recuerda que «los incendios forman parte de nuestro planeta desde hace más de 420 millones de años», y en ciertos casos, pueden ser incluso necesarios para la vida de algunas especies.
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