Hasta ahora podríamos haber pensado en algún momento en los insectos como «comedores» de plástico pero no se nos habría ocurrido en ningún caso ¿insectos convirtiéndose en (bio)plásticos?
¡Sí, así como lo oyes! Investigadores han revelado avances significativos en la conversión de químicos derivados de insectos en bioplásticos funcionales. Y lo mejor: estos plásticos, después de su vida útil, podrían ser descompuestos nuevamente por los mismos insectos.
Innovando en recursos
Karen Wooley, doctora al frente del proyecto, lleva dos décadas desarrollando formas de convertir productos naturales, como la glucosa, en polímeros degradables. Pero se enfrentó a un dilema: muchos de estos recursos también son esenciales para la alimentación y energía. Por suerte, surgió una idea brillante: aprovechar los residuos de la cría de moscas soldado negro, insectos que tras su corta vida reproductiva, son desechados.
De moscas a bioplásticos
Cassidy Tibbetts, estudiante de posgrado en el laboratorio de Wooley, descubrió que una gran parte de estas moscas está compuesta por quitina, un polímero que fortalece el exoesqueleto de los insectos. Con técnicas refinadas, logró obtener un polvo de quitina purificado a partir de estos insectos. Otro miembro del equipo, ha llevado el proceso un paso más allá, transformando la quitina en un polímero llamado quitosano, que posteriormente se convierte en útiles bioplásticos.
Aplicaciones sorprendentes
Una de las creaciones más prometedoras es un hidrogel capaz de absorber 47 veces su peso en agua en un solo minuto. Esta maravilla podría ayudar en zonas propensas a inundaciones o sequías, capturando el exceso de agua y liberándola gradualmente cuando sea necesario. Y debido a su naturaleza biodegradable, este hidrogel también podría liberar nutrientes beneficiosos para los cultivos.
Reflexiones: El ciclo sostenible del futuro
La visión de Wooley va más allá de solo crear bioplásticos. Imagina un ciclo en el que los insectos consuman desechos plásticos, luego se utilicen para crear nuevos plásticos y, al final de su vida útil, estos plásticos sean degradados nuevamente por los insectos. Un sistema perfectamente circular y sostenible que podría cambiar nuestra relación con los plásticos y el medio ambiente.
363