El concepto de utilizar hidrógeno como fuente de energía para el transporte ha ganado una atención significativa en los últimos años, especialmente en el sector de la navegación. Si bien el uso de hidrógeno para la aviación y el transporte terrestre ya ha sido objeto de múltiples investigaciones, los barcos propulsados por hidrógeno se perfilaban como una de las alternativas más prometedoras para reducir las emisiones de CO2 en el sector marítimo. Sin embargo, la transición hacia esta tecnología enfrenta retos técnicos, económicos y logísticos, como se describe en un reciente artículo sobre el patrón emergente en las flotas de barcos de hidrógeno.
El caso de los barcos de hidrógeno: mucho ruido y pocas nueces
Los barcos propulsados por hidrógeno se presentaron como una opción revolucionaria para descarbonizar el transporte marítimo. Pero los estudios recientes muestran que, en la práctica, la situación es mucho menos prometedora. La producción de hidrógeno verde, necesaria para que sea verdaderamente sostenible, es costosa y altamente ineficiente. Por cada 100 unidades de energía eléctrica utilizadas para producir hidrógeno verde, apenas se aprovechan entre 25 y 30 unidades después de ser convertido nuevamente en energía para mover un barco.
Además, la infraestructura para el almacenamiento y transporte del hidrógeno es mínima. En comparación con los sistemas ya consolidados para baterías eléctricas o combustibles tradicionales, el hidrógeno requiere tanques de alta presión o sistemas criogénicos extremadamente caros. Esto no solo eleva los costos operativos, sino que también dificulta la adopción masiva.
Un ejemplo reciente lo ilustra perfectamente: los barcos de hidrógeno que operan en pequeños proyectos piloto han demostrado ser significativamente más caros de operar que sus equivalentes diésel o eléctricos. Además, las pruebas también han puesto en evidencia problemas técnicos relacionados con la eficiencia de los motores y la autonomía limitada.
El retroceso de los trenes de hidrógeno en Alemania
El sector ferroviario también ha experimentado desencantos con el hidrógeno. Alemania, que lideró el desarrollo de trenes de hidrógeno con proyectos como el Alstom Coradia iLint, ahora parece estar reconsiderando su apuesta. Aunque inicialmente se promocionaron como una solución verde para reemplazar trenes diésel en líneas no electrificadas, los costos operativos y la baja eficiencia han llevado a una disminución del entusiasmo.
Un informe reciente reveló que electrificar las líneas ferroviarias es una opción mucho más económica y eficiente que operar trenes a base de hidrógeno. Mientras que la infraestructura para la electrificación es costosa inicialmente, su mantenimiento y operación resultan significativamente más baratos a largo plazo. Como resultado, varias regiones alemanas han optado por suspender o reducir las inversiones en trenes de hidrógeno y centrarse en soluciones eléctricas convencionales.
Comparativa técnica: hidrógeno frente a baterías eléctricas
Desde un punto de vista técnico, el hidrógeno enfrenta desventajas claras frente a las baterías eléctricas. Por cada megavatio-hora de energía eléctrica generada a partir de una batería, se aprovecha aproximadamente el 90% de la energía almacenada. En contraste, el hidrógeno pierde más del 70% de la energía inicial debido a los procesos de electrólisis, compresión y reconversión a energía eléctrica.
Esta ineficiencia se traduce en un mayor consumo de energía y, por ende, en costos operativos mucho más altos. Por ejemplo, un barco de hidrógeno necesita hasta tres veces más energía eléctrica para realizar el mismo trayecto que un barco eléctrico. Además, las baterías tienen la ventaja de aprovechar la infraestructura de carga existente, algo que el hidrógeno aún no ha logrado igualar.
Reflexiones finales: ¿es el hidrógeno realmente el futuro?
Aunque el hidrógeno sigue siendo una tecnología con potencial en sectores muy específicos, como la industria química o la aviación, su aplicación en el transporte enfrenta obstáculos significativos. Las inversiones necesarias para desarrollar una infraestructura viable y la falta de eficiencia lo colocan en desventaja frente a alternativas como las baterías eléctricas o incluso los biocombustibles.
Si bien es importante seguir investigando y desarrollando el hidrógeno como una opción complementaria, los proyectos actuales están demostrando que su adopción masiva no es tan inminente ni viable como se pensaba hace unos años. En sectores como el transporte marítimo y ferroviario, las baterías eléctricas parecen ser la opción que realmente está marcando el camino hacia la descarbonización.
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