La aplicación de la Inteligencia Artificial en la medicina es uno de los campos más prometedores y en el que se están obteniendo importantes avances.
Por ejemplo, la división de Salud de Google acaba de publicar en Nature los resultados de su proyecto de Microscope 2.0 para la detección de cancer en tiempo real con ayuda de técnicas de Machine Learning.
En efecto, el Microscopio 2.0 integra un microscopio de Realidad Aumentada con Inteligencia Artificial en tiempo real permitiendo con ello acelerar el estudio visual de las muestras biológicas que es un proceso arduo y que requiere de especialización no siempre al alcance de los médicos ubicados en lugares inhóspitos.
A pesar de los avances de la investigación de la aplicación de la IA en el campo de la salud (y ahí está por ejemplo en empleo de Watson de IBM) el elevado coste de digitalización de las imágenes y su integración con técnicas de IA en tiempo real justifican el proyecto del Augmented Reality Microscope (ARM) de Google.
SIn embargo, la IA también puede orientarse a «hacer el mal». Como ejemplo, ahí está el proyecto Cannon-Delivered Area Effects Munition (C-DAEM) del ejército norteamericano para conseguir un cañón capaz de encontrar de forma autónoma sus propios objetivos